
Es nuestro primer vínculo con la comunicación escrita y el dibujo, uno de los juguetes favoritos de todos los niños. Algunos profesionales creativos no serían capaces de vivir si ellos: hablamos de los lápices.
En Disofic hemos creado este post pretendiendo confeccionar una guía de compra que te ayude a conocer las opciones que ofrece el mercado y que, de este modo, adquieras el producto que mejor se adapte a tus necesidades.
En este caso hablaremos de los lápices de grafito o de cera en todas sus variedades. Aunque existen otros artículos también llamados lápices como son los ópticos, nos centraremos exclusivamente en el concepto de “toda la vida”, el que se usa para escribir, dibujar o pintar en papel.
Por lo general suelen ser cilíndricos y estar construidos con madera (aunque también se fabrican con materiales plásticos o papel prensado), en su interior albergan una barra de grafito negro (o pigmentado con un color) y arcilla.
Están categorizados en una escala que va del 0 al 10 y con un código compuesto por letras. Esta categorización implica por un lado un mayor o menor grado de dureza de la mina. A más arcilla en la composición, menor dureza. Las letras indican también la dureza (H para duro o “hard” en inglés) y la intensidad del color negro (B para “black”)
Los diferentes grados de dureza hacen que cada lápiz sea adecuado para un uso diferente:
También conocido como HB. Digamos que es el más versátil, el que se suele utilizar
De trazo levemente más grueso que la media es útil para el dibujo artístico.
Equilibrado en dureza y con una buena intensidad del negro. Puede usarse para escribir, pero también para dibujar.
Más claro que los anteriores y con una trazada fina. Adecuado para trabajos más técnicos que artísticos.
Están fabricados con cera como su propio nombre indica. Este material recibe una pigmentación no tóxica y lavable lo que los convierte en ideales para el uso de las manualidades infantiles.
La principal característica de este tipo de lápiz es la composición basada en agua de sus pigmentos. Esto hace que puedan usarse en seco al igual que un lápiz de grafito o humedeciendo posteriormente con agua y un pincel, la superficie del papel en la que se dibujó. Con esto se consigue en efecto muy similar al de la acuarela.
Independientemente de si los lápices son de grafito, cómo especialmente de cera o aqurelables, los podemos encontrar en diferentes colores.
Los niños disfrutan coloreando dibujos, e incluso forman parte imprescindible del material escolar.
La principal diferencia entre los lápices de colores de uno y otro tipo, es el acabado de los tonos. Los basados en grafito y arcilla son un tanto más apagados que los de cera, más brillantes por el componente oleaginoso de los pigmentos. Por otra parte, estos últimos también tienden a dejar una mayor cantidad de residuo sobre el papel y son menos “limpios”.
Los lápices aquarelables están más orientados a un público con inquietudes artísticas que a los niños, su acabado es muy parecido al de la propia acuarela, pero requiere de una cierta técnica.
Se trata de un lápiz con una mina de diferente color en cada extremo, no es lo mismo que tener un estuche con muchísimos colores, pero nos sirve para, por ejemplo, resaltar información mediante un subrayado.
Los lápices no tendrían sentido sin sus complementos. Cuando compremos un juego de ellos, no podemos dejar de comprobar si tenemos estuches, sacapuntas, gomas de borrar, portalápices… en realidad todo eso debería ir siempre en el mismo paquete para poder disfrutar de la mejor experiencia.